BIBLIOTECAS HUMANAS

Por: Marcos Daniel Pineda García

¿Saben qué es una biblioteca humana? Se trata de una práctica que inició en la década de los 90 en las bibliotecas de Noruega, donde en lugar de prestarle un libro al usuario, se le asigna una persona dispuesta a compartir con él su historia de vida.

Investigando un poco sobre este concepto, que me llamó poderosamente la atención, descubrí que ya se ha extendido a más de 80 países, incluyendo Colombia. Inmigrantes, personas en condición de calle, miembros de minorías, desplazados, adictos, ex presidiarios, personas con necesidades especiales, ancianos y veteranos de guerra, entre muchos otros, conforman la estantería de libros humanos que de manera voluntaria comparten sus vivencias.

Durante el ejercicio de mi carrera pública he sido un convencido de la necesidad de escuchar a la gente, conocer sus anhelos y necesidades, como una de las claves para poder liderar proyectos de beneficio general. No solo es un gran ejercicio de aprendizaje, sino que también es una forma de reconocer, entender y aceptar las diferencias que tenemos unos con otros.

Todos recorremos distintos caminos en la vida y las circunstancias han ayudado a moldear nuestra historia, en un mundo en el que la tecnología de las comunicaciones supondría el estrechamiento de las brechas, pero que contrario a esto, nos han deshumanizado. La interacción a través de la pantalla de nuestros móviles nos ha vuelto intolerantes, algunas redes sociales han quedado reducidas a murales infinitos de odio y crítica destructiva.

Aunque no podemos negarnos a la tecnología, tampoco podemos perder el contacto o la costumbre de mirarnos a los ojos mientras nos hablamos, de ser empáticos ante las emociones y evitar las transgresiones, de sonreír y de conmovernos y solidarizarnos con aquellos que no la han pasado fácil.

Luego de conocer las bibliotecas humanas y su impacto positivo en quienes las han visitado, no he podido dejar de imaginar cómo sería un mundo lleno de estos espacios. Conflictos motivados por simples diferencias habrían ya finalizado con un abrazo y un estrechón de manos, o simplemente no se habrían dado.

Tal vez esta sea la fórmula para volvernos a conectar como personas, leer de primera mano las páginas de la vida de quien es diferente, restaurar nuestra humanidad y despertar nuestra solidaridad, no solo oír, sino también escuchar, tolerar, aceptar, ser menos críticos y más constructivos.

En estos días, que celebramos el Amor y la Amistad, seamos como un libro abierto, para acercarnos y conocer a quienes menos imaginamos y poder redescubrir ese mundo que añoramos, entregando felicidad y disfrutando cada instante de vida que Dios nos regala.

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