LA SOBERANA

Por Juan Francisco Socarrás Sarmiento

Cartagena. La nueva señorita Colombia, (nombre), se estrenó como nueva soberana de la belleza. La escultural majestad de 22 años habla perfectamente inglés y francés, y es profesional en negocios internacionales. Ayer, durante su primer día de reinado lució feliz y relajada en las playas de La Heroica.
Con fotos como esta y la narrativa insertada es como generalmente los organizadores del reinado y el mundo mediático anuncian a la comunidad nacional e internacional que Colombia tiene una nueva reina de belleza. Una imagen vale más que mil palabras.
Marx y Engels en su obra La Ideología Alemana resaltan: “Las ideas de la clase dominante son las ideas dominantes en cada época; en otras palabras, la clase que ejerce el poder material dominante en la sociedad es, al mismo tiempo, su poder espiritual dominante”.
La estampa adjunta hace parte de una “tradición” impuesta por la clase dominante que ha sido absorbida como un simbolismo normal e inofensivo por gran parte de la sociedad colombiana.
El nuevo inquilino de la Casa de Nariño acaba de mencionar el espíritu de reivindicación de las minorías en su mandato. Gustavo Petro expresó que «[e]n este gobierno debe existir y presentarse una nueva emancipación. Quizás la emancipación completa ojalá, cuya palabra solo indica la liberación real, la liberación real es la igualdad. Es abrir las oportunidades igual que a los otros pueblos diversos de Colombia. Es abrir las puertas de la educación, es cerrar las puertas de la exclusión».
La imagen anexa es una de las que contribuye a la perpetuación del racismo y las diferencias sociales en nuestra sociedad.
No intenta este artículo demeritar el evento del reinado nacional de belleza, pero hay partes que se podrían modificar con el fin de promover una sociedad más igualitaria, con menos discriminación. La foto de la nueva soberana no necesita reflejar a minorías como una especie de súbditos o vasallos.
Sería iluso pensar que una simple modificación como la rogada sea la solución a los graves asuntos de desigualdad social, pero es un pasito en la dirección correcta hacia una sociedad en que “la dignidad se haga costumbre”.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *