En la Córdoba profunda y olvidada también se enseñó a leer, escribir, sumar y restar
*El proyecto Estrategia de Alfabetización de Unicórdoba atraviesa los peores caminos rurales para cumplir la misión de enseñar a quienes no habían tenido esa oportunidad.
*El acto de clausura se desarrolló en la sede Aguas Muertas de la Institución Educativa el Lazo, Lorica.
Montería. Rompiendo el barro y los peores caminos rurales que marcan el olvido del Estado y surcando la inundación de la margen izquierda del río Sinú, en Lorica, se llega hasta la vereda Aguas Muertas, corregimiento el Lazo, territorio de campesinos generosos, cultivadores de ñame, arroz, yuca y plátano, y de patios atiborrados de cerdos y de aves de corral.
Eso, por lo menos, les garantiza gran parte de la seguridad alimentaria, en medio de una deprimida economía condicionada a la falta de transporte por las pésimas condiciones viales, que eternizan las distancias entre pueblo y pueblo. Aguas Muertas está sólo a 25 kilómetros del planchón de Palo de Agua, pero el viaje en carro tarda una hora 30 minutos, cuando no hay inconvenientes en el trayecto.
Sin querer suplantar lo que le corresponde hacer a la institucionalidad, hasta ese arrinconado pueblo llegó el proyecto Estrategia de Alfabetización que lidera la Universidad de Córdoba, donde lograron salir de la condición de iletrados 31 adultos que ahora, con la metodología de la facilitadora Olga Sánchez Arrieta, licenciada en pedagogía infantil, nativa de Aguas Muertas, leen, escriben, suman y restan.
“Aprendí a firmar mi nombre, pero también a sumar, restar, y multiplicar, por eso mis agradecimientos a la Universidad de Córdoba y a su rector, Jairo Torres, por tenernos en cuenta para esto, creíamos que era difícil, pero realmente fue fácil y lo logramos sin importar la edad, agradecida también con Dios por esta oportunidad”, sostiene Redolfina María Hernández Ávila, mientras atiesa el cáñamo para frenar el burro que monta, y regresar a su vereda la Unión Bajo Grande, a media hora de camino, de donde llegó a recibir el certificado que la acredita como persona alfabetizada.
Era el mismo recorrido que hacía tres veces por semana, hasta le sede de la institución, que hace décadas ayudó a gestionar el profesor Salvador Sánchez, a le vera del camino que sólo es traficado por personas en burros y uno que otro motorizado.
De los compañeros de Redolfina, Dionisia González era la más puntual de la clase. Se disponía hasta con media hora de antelación, después de adelantar el almuerzo para la familia, en la hornilla de barro que arde todos los días con el combustible natural hendido por su esposo Enrique Ávila.
“Ahora leo mucho las sagradas escrituras, ha sido una bendición, mi familia también está contenta por este logro, gracias a la Universidad de Córdoba; y a mis compañeros les digo que sigan leyendo para que no se nos olvide lo que aprendimos”, relata la mujer de pocas palabras, una wayuu que llegó hace décadas a ese territorio cordobés.
La profe Olga Sánchez Arrieta describe la experiencia como enriquecedora, como persona, como profesional y principalmente como coterránea de los 31 beneficiarios. “Fueron jornadas arduas, porque tocó ir muchas veces casa a casa, bajo agua, con barro, otras veces bajo el fuerte sol, pero hoy me embarga la satisfacción de haber cumplido con ellos y con el proyecto”, sostiene la profe.
El decano de la Facultad de Educación y Ciencias Humanas, de Unicórdoba, Dr. Manuel Cortina Núñez, comparte que llegar a la Córdoba profunda es parte de las políticas de la administración que encabeza el rector, Jairo Torres Oviedo, en el marco de la condición de llevar la universidad al territorio.
“Proyectos como este demuestran que sí es posible romper las barreras que han separado un poco las paredes de la institución con las comunidades, especialmente en los territorios rurales donde la presencia estatal es mínima y donde las condiciones comunes de saneamiento básico, educación y salud, son precarias”, sostuvo Cortina.
El coordinador del proyecto Estrategia de Alfabetización, de Unicórdoba, profesor Mauricio Burgos Altamiranda, revela que con el grupo de Aguas Muertas ya son cerca de 1.300 los beneficiados certificados por esta iniciativa en 20 municipios del Departamento, en el lapso de dos años.
“El mensaje desde la Universidad de Córdoba es que sí podemos ayudar a transformar el territorio y es precisamente la educación el motor principal de esa transformación y de esa justicia social que tanto se demanda en el país. Tenemos que hacer sinergia y sumar esfuerzos interinstitucionales para avanzar en este propósito”, aseveró Burgos, con base en cifras de analfabetismo representadas, sólo para Lorica, en más de 8 mil personas en condición de iletrados.
En Lorica el proyecto se realiza con apoyo de la Alcaldía y se benefician 300 personas divididas en 13 grupos; todo ello en el marco de una estrategia que nace de la alianza social Córdoba Transformada, diseñada y liderada por la Universidad de Córdoba a partir de 2018.